Publicado por Granma.
Cuando aún
está fresca la tinta de la nueva directiva presidencial de Barack Obama sobre
Cuba, en la propia página digital del Departamento de Estado se dio a conocer
la convocatoria para un nuevo proyecto injerencista contra la Mayor de las
Antillas
Autor: Sergio
Alejandro Gómez | internet@granma.cu
23 de
octubre de 2016 22:10:34
La
convocatoria de DRL aparece en la web oficial del Departamento de Estado de
Estados Unidos. Foto: Captura de pantalla
Si usted
mezcla ingredientes en iguales proporciones y tiempos, de seguro obtendrá el
mismo resultado cuantas veces lo intente. Sin embargo, Estados Unidos pretende
cambiar su política hacia Cuba manteniendo la misma receta subversiva.
Cuando aún
está fresca la tinta de la nueva directiva presidencial de Barack Obama con
políticas dirigidas a la Mayor de las Antillas, en la propia página digital del
Departamento de Estado se dio a conocer este viernes la convocatoria a un
proyecto con todos los ingredientes de las políticas agresivas e injerencistas
típicas del pasado.
El Buró para
la Democracia, los Derechos Humanos y Laborales (DRL), dependiente de la Casa
Blanca, abrió una licitación para interesados en obtener fondos para programas
que promuevan supuestos «cambios democráticos» en materia de derechos civiles,
políticos y laborales en Cuba.
Washington
ha utilizado históricamente el paraguas de los proyectos de apoyo a la
democracia para encubrir sus planes subversivos no solo contra Cuba, sino
contra distintos pueblos que no responden a sus intereses geoestratégicos, al
tiempo que mantiene estrechas relaciones con algunos de los países con peor
historial de derechos humanos de nuestro planeta.
DRL pone a
disposición de los interesados en inmiscuirse en los asuntos internos de la
Isla nada más y nada menos que 5,6 millones de dólares, que están sujetos a la
disponibilidad de fondos.
A LA LUZ DE
LA NUEVA DIRECTIVA
«Queremos
relacionarnos de forma honesta con el pueblo cubano», dijo la asesora de
Seguridad Nacional, Susan Rice, el 14 de octubre pasado respecto a la nueva
directiva política. Añadió que para ello harán más «transparentes» los conocidos
programas de «promoción de la democracia» en Cuba.
La directiva
contiene términos casi idénticos en las indicaciones finales a las distintas
instancias de gobierno, en especial a la Agencia de los Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional (USAID), que canaliza miles de millones de dólares a
lo largo del orbe para defender por vías alternativas los intereses de
Washington.
«La USAID
liderará conjuntamente con el Departamento de Estado los esfuerzos para asegurar
que los programas democráticos sean transparentes y coherentes con los
programas en otras sociedades similares», detalla el documento, como si el mero
hecho de transparentar esos programas los haría automáticamente aceptables para
Cuba, sin que cambiara su naturaleza subversiva.
La nueva
convocatoria ayuda a despejar las dudas sobre a qué se referían las autoridades
estadounidenses con sus eufemismos. «El enfoque pragmático de DRL se alinea
con la política estadounidense de promover los derechos humanos en Cuba»,
refiere la convocatoria.
Aclaran que
prefieren un «enfoque creativo» para lograr sus objetivos y que las actividades
aprobadas «deben tener un potencial de impacto a corto plazo y conducir a
reformas sostenibles a largo plazo».
Aclaran que
entre las modalidades que tienen más probabilidades de ser financiadas está la
creación de capacidad dentro y fuera de la Isla, entre ellas becas de corta
duración en el extranjero.
Cuba
denunció recientemente los verdaderos planes detrás de la organización World
Learning. Con becas de verano otorgadas de manera subrepticia y al margen de
las autoridades nacionales pretendían formar un liderazgo «alternativo» para
promover un cambio de régimen en la Isla.
«La
promoción de software que sea fácilmente accesible en una sociedad abierta, o
la adaptación de dicho software para el entorno tecnológico de Cuba», es otra
de las áreas priorizadas.
El referente
más inmediato de dichos proyectos es el escándalo internacional desatado por la
agencia de noticias estadounidense AP con el caso ZunZuneo, en el año 2014.
La USAID
financió la creación de una red alternativa de mensajería móvil, a la que
llegaron a llamar el Twitter cubano, diseñada para atraer la atención del
público joven con mensajes aparentemente inofensivos sobre deporte y cultura,
pero cuyo verdadero objetivo era contar con una base de operaciones en ese
sector poblacional y utilizarla en un futuro con fines desestabilizadores.
Según la
nueva convocatoria de DRL, los proyectos pueden ser presentados por
organizaciones sin ánimo de lucro con sede en Estados Unidos o en el extranjero;
organizaciones no gubernamentales (ONG), o una organización internacional pública.
Pero dejan
bien claro que, bajo ningún concepto, se aceptará la participación de las
legítimas instituciones de la Isla: «No serán aprobados programas para Cuba que
se dirigen hacia el apoyo a las instituciones gubernamentales cubanas y a
personas empleadas por dichas instituciones u organizaciones controladas por
las instituciones gubernamentales», se lee en la convocatoria.
UNA MEZCLA
EXPLOSIVA
Quizá la
prueba más evidente de los intereses ocultos de los programas promovidos por
DRL está en los supuestos objetivos que pretenden lograr en la Isla.
«Los
proyectos deberán apoyar derechos y principios consagrados universalmente,
entre ellos la prohibición de la tortura u otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes; el derecho a un juicio justo ante un tribunal
independiente e imparcial; el derecho a la intimidad; la libertad de movimiento
dentro de su país; el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión».
Añaden que
otro tema priorizado es el derecho al trabajo en condiciones de dignidad con
una remuneración justa y el derecho a formar y afiliarse a sindicatos para la
protección de los intereses de los trabajadores.
Además,
buscan promover la defensa de derechos de «poblaciones más vulnerables, personas
marginadas o en situación de riesgo».
Cualquiera
que se mantenga medianamente al tanto de la realidad cubana, al margen de la propaganda
negativa que se mantiene presente en los grandes medios de información, sabrá
que el reciente Código de Trabajo aprobado en Cuba está a la vanguardia de los
derechos laborales a nivel mundial.
El pago
igual por igual trabajo entre mujeres y hombres está plenamente garantizado.
Los derechos de maternidad y paternidad de los trabajadores, así como la
seguridad social, incluso de quienes laboran en el sector no estatal, son
conquistas que serían un sueño en buena parte de los países de cualquier región
del planeta.
Las únicas
torturas que conoce Cuba se llevan a cabo en el territorio ilegalmente ocupado
por la Base Naval en Guantánamo, bajo administración estadounidense, donde aún
permanecen 60 detenidos sin las mínimas garantías legales.
Parece un
desperdicio de dinero, incluso para una potencia como Estados Unidos, destinar
5,6 millones de dólares para ayudar a supuestas minorías excluidas en Cuba,
cuando en su propio territorio los afrodescendientes son masacrados por la
policía y la tasa de desempleo de ese sector de la población duplica la de
los blancos.
Estados
Unidos tampoco reconoce la Convención sobre los Derechos de los Trabajadores
Migratorios y sus Familiares, por eso ejecuta prácticas vejatorias y de
flagrante violación de los derechos humanos en el trato que aplica a quienes
acuden a ese país con la finalidad de mejorar su situación económica.
En medio de
la opulencia, esa nación tiene la tasa de pobreza infantil más alta de todos
los países industrializados, y viola los derechos de miles de menores migrantes
que son separados de sus padres indiscriminadamente.
Washington
debería tener cuidado cuando utiliza ingredientes tan explosivos en su
fracasada receta subversiva contra Cuba, pues no sería la primera vez que la
mezcla termina explotando entre sus manos. Se suponía que el cambio de política
de Obama hacia Cuba incluía abandonar «políticas fracasadas», pero todo hace
indicar que algunos sectores de poder se niegan a «dejar el pasado atrás».